Translate

viernes, 17 de mayo de 2013

Galería

Galería Fotográfica

Aporte
Muerte
Familia


Un homenaje al "viejo luchador" con la creación del Colegio Militar "Eloy Alfaro" y la Escuela Superior Militar "Eloy Alfaro"
 <iframe width="640" height="360" src="http://www.youtube.com/embed/e2gVNjxpFAo?feature=player_detailpage" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

obras

Los cinco aportes fundamentales del Viejo Luchador
La Revolución Liberal transformó a la sociedad ecuatoriana. Analistas, escritores e historiadores del país, y una encuesta de www.elcomercio.com, determinaron cuáles fueron los cambios más trascendentes. La consolidación del Estado Nacional Las administraciones de Eloy Alfaro colocaron los cimientos del fortalecimiento de la unidad del Estado ecuatoriano. Sus políticas y acciones de corte institucional unificaron la Sierra, Costa y Amazonía, que actuaban sin articulación estatal. La creación de instituciones de carácter nacional fue determinante en ese cometido, según el historiador Juan Paz y Miño. Por su trascendencia en el proceso de cohesión del país se destaca la Escuela Militar, que vio la luz con la Revolución Liberal. Ese fue el punto de partida hacia la profesionalización de lo que hoy son las Fuerzas Armadas, la segunda institución con mayor credibilidad tras la Iglesia. A partir de su creación, la carrera militar alcanzó su actual estructura orgánica, hasta monopolizar el uso de las armas en representación del Estado, algo que no ocurría en el inicio de la República. En el campo institucional también se destaca la creación del Registro Civil, como instrumento para que el Estado sea el que ejerza el control sobre sus ciudadanos, que antes estaba en manos de la Iglesia Católica. Este fue el primer paso hacia la modernización de las relaciones entre personas, que ya en el gobierno liberal de Leonidas Plaza se concretaron, como el matrimonio civil y la disolución conyugal. El liberalismo imprimió singular importancia al robustecimiento del Gobierno central, a través de la creación de su respectiva institucionalidad. Hasta el siglo XIX solo existía la Presidencia y tres ministerios: Hacienda, Interior y de Guerra. Con Alfaro ese número se incrementó hasta siete, como medida para fortalecer al Estado. “Nació el Ecuador contemporáneo, fue el adiós a un pasado de matriz colonial”, señala el escritor Raúl Pérez Torres. Los derechos y libertades se extienden Las constituciones liberales de 1897 y de 1906 pusieron fin a la relación Estado-Iglesia, que por décadas había regido los destinos del país. En la práctica, esa separación significó que el Gobierno dejase de proteger e impulsar la religión católica como un eje de la vida de los ecuatorianos. Ese fue el punto de partida de una ampliación progresiva de las libertades y derechos en una república que ya no tenía como religión oficial a la católica. Ese cambio implicó que en el país existiera libertad de cultos y conciencia. A la par, otros derechos y garantías fueron garantizados, como la libertad de pensamiento a través de la palabra o de la prensa. El historiador Juan Paz y Miño recuerda que antes la libertad de prensa estaba controlada por la Iglesia. “Hubo una buena relación con la prensa a pesar de la intolerancia de la oposición conservadora y de la Iglesia (...), se estableció un nuevo sistema de gobierno basado en la tolerancia”, dice Amílcar Tapia, miembro de la Academia Nacional de Historia, quien resalta la buena relación de Alfaro con la Iglesia. En esta nueva legislación liberal también se abolió la pena de muerte, ya sea por delitos comunes o políticos. La separación de la Iglesia de la administración del Estado implicó la nacionalización de todos sus bienes, que fueron a parar a manos de la Iglesia. Para ello se expidió la ley de Beneficencia o ‘manos muertas’, que señala que la mitad de la rentas iría a manos de los religiosos despojados de las propiedades y la otra mitad para hospitales y obras sociales, que funcionaban bajo asistencia social. El papel de Alfaro fue el de un visionario, apunta Marena Briones, que transformó el país. Su legado pesa más que su sola imagen de caudillo. El inicio de la enseñanza universal y pública Con el liberalismo la educación dejó de ser privilegio para ciertos sectores de la sociedad ecuatoriana, manejado por la Iglesia. El nuevo marco jurídico dispuso que el Estado sea el encargado de dirigir y financiar al sistema educativo, bajo principios de universalidad, gratuidad y laicismo. La Constitución de 1906 establece que la enseñanza primaria sea obligatoria y gratuita. Y que la educación de artes y oficios tampoco tenga costo. En este nueva concepción, el Estado ya no tiene la obligación de financiar la educación religiosa. Para dar paso al nuevo modelo educativo público, el alfarismo dio el primer paso hacia la creación de los colegios normales, que preparen a los maestros que garanticen una educación laica. En la actualidad en el país funciona 28 planteles de este tipo; en Quito están el Manuela Cañizares y el Juan Montalvo. A la par se crearon colegios que garanticen la educación gratuita, como el Mejía. A esta nueva estructura se sumaron los colegios nocturnos, que permitan a los adultos el acceso a las letras, así como la entrega de becas y el aumento de recursos para montar almacenes de textos educativos. Hasta 1907, todos estos esfuerzos en materia educativa se tradujeron en 1 339 escuelas primarias, 12 colegios de enseñanza secundaria; tres universidades y 30 establecimientos de enseñanza. Según el escritor cuencano Eliécer Cárdenas, la educación laica y gratuita fue lo más trascendental de la obra de Eloy Alfaro, porque abrió la posibilidad de estudiar a la clase media, lo que no existía en el Ecuador. “Esta clase luchó para que se fortalezca la democracia en el país (...), fue la fuerza que impulsó los cambios en el siglo XX, la modernización”. El germen de la participación femenina Las reformas liberales abrieron la puerta para que la mujer saliera de su ‘celda doméstica’ y se incorporara activamente a la vida del país. El alfarismo influyó para incorporar a las mujeres a los ámbitos educativo y laboral. Una de las primeras medidas fue permitir el acceso a la instrucción regular y laica a las niñas, que hasta entonces solo tenían la opción de la educación religiosa. Así, se colocaron las primeras bases para su inclusión con establecimientos femeninos, así como la escuela de artes y oficios para niñas. Con el objetivo de incentivar a las estudiantes más destacadas, desde el gobierno de Alfaro se distribuyó becas a sectores pobres. También ayudó para que varias de ellas se formaran en el exterior como maestras. En el campo laboral se registraron avances para la mujer, como garantizar su derecho al trabajo. Este tipo de principios analizados durante las administraciones de Alfaro dieron frutos en los siguientes gobiernos. Uno de los más importantes llegó en 1929, cuando se amplió el derecho político del voto a las mujeres. Además, se fomentó la autonomía económica femenina, al ampliar hacia ellas la jornada máxima, el salario mínimo, el descanso obligatorio, la libertad de asociación y la agremiación, el derecho a las protestas, entre otras. Un siglo después de la desaparición de Alfaro, la participación política femenina ha aumentado en el país. La actual legislación garantiza la equidad de género en instituciones estratégicas, como la Corte Nacional de Justicia. “La Revolución Liberal introdujo nuevos actores en la política y en la sociedad del Ecuador”, destaca Julio Pazos Barrera, catedrático de la Universidad Católica. El ferrocarril dio paso a la comunicación La construcción de la línea férrea que une a la Costa con la Sierra fue la obra de infraestructura emblemática de la Revolución Liberal. Luego de varios planes y proyectos frustrados entre 1860 y 1874, Eloy Alfaro retomó la idea de construirlo. La empresa The Guayaquil and Quito Railway Company fue la que empezó los trabajos, cuya primera fase terminó en junio de 1908, cuando una locomotora llegó hasta la capital. Su construcción es un símbolo de unidad ecuatoriana, ya que por los albores del siglo XX viajar entre la Sierra y la Costa podía tardar semanas. “También construyeron carreteras y caminos vecinales que le dieron a ese Estado, surgido de la revolución, una consistencia política e ideológica y materializarla en esos espacios públicos que el país entero reclamaba”, señala el historiador Carlos Calderón Chico. Aunque en el campo más pragmático, el también historiador Enrique Ayala Mora recuerda que sus altos costos no permitieron a toda la población usarlo. Al contrario, influyó en el encarecimiento del mercado de la leña, una de sus fuentes de combustión. Sin embargo, el ferrocarril solo fue parte de la gama de obras de envergadura que florecieron. También hubo un concepto urbanizador, con la construcción de edificios públicos y cuarteles para la operatividad de las instituciones públicas. A la par de los avances de la época, llegó la instalación de las primeras líneas telefónicas y de electricidad. El inicio de la obra sanitaria también figuró en su legado, a través de la infraestructura de alcantarillado y de agua potable, que en principio se enfocaron en Quito y Guayaquil. Los impuestos al comercio exterior, más el acceso a créditos, financiaron las obras.




bibliografía
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com.ec/politica/aportes-fundamentales-Viejo-Luchador_0_635336666.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Muerte

Documental

Documental

Derrota y asesinato: La Hoguera Bárbara



Derrota y asesinato: La Hoguera Bárbara


 Desde mediados de 1911, en Quito y en todo el país, se fue afianzando y extendiendo, un clima anti-alfarista que culminó el 11 de agosto con un golpe de estado militar, que obligó a Eloy Alfaro a dimitir de la presidencia, a refugiarse en la Legación de Chile y posteriormente exiliarse a Panamá. Según estima Cristóbal Gangotena, un testigo presencial de los hechos que dejó una crónica, la vida de Alfaro ya corrió peligro durante su derrocamiento, siendo salvado por los cónsules de Brasil y Chile. Este último, de apellido Eastman, fue el responsable de un acuerdo que permitió que Alfaro salga ileso, pero comprometiéndose a salir del país por lo menos un año. Desde entonces, el Viejo luchador, perdería todo el apoyo en el Congreso, en donde la "mayoría constitucionalista" lanzaba furibundos ataque contra él, llegándose a plantear incluso la colocación de una placa difamatoria contra el Alfarismo en el Palacio de Carondelet y a pedir su extradición, para juzgarlo, mientras los hombres del antiguo régimen eran apresados y sufrían las consecuencias de la ira de un populacho que enfurecido linchó al Coronel Quiroga. En este clima, Víctor Emilio Estrada, asumió el poder, pero sus problemas del corazón lo llevaron a la tumba después de tres meses. El Congreso en donde los placistas y conservadores dominaban, eligieron al presidente del Congreso Carlos Freile Zaldumbide para que se encarge del Gobierno, lo que fue rechazado por los alfaristas de Esmeraldas que eligieron a Flavio Alfaro como Jefe Supremo, a la vez que el general Pedro J. Montero, fiel seguidor de Alfaro y Jefe Militar de Guayaquil, se proclamó por su parte, como Jefe Supremo del Guayas. El general Leonidas Plaza Gutiérrez en nombre del Gobierno, como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para combatir el levantamiento de Montero, que había recibido el apoyo de Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó de Panamá, ante el pedido de Montero para actuar como mediador y pacificador. Alfaro regresó, para servir de mediador entre los suyos y el Gobierno y evitar mayores problemas para el radicalismo y aún la mismísima desaparición del partido.

Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi, donde mueren cerca de 1.000 hombres, en una corta guerra civil. Montero se vio obligado a llegar a un acuerdo de capitulación en el que se pedían garantías para Alfaro y sus compañeros. Ante la eminente derrota del liberalismo, el Viejo luchador firma la rendición, que fue mediada por los cónsules de Estados Unidos y Gran Bretaña en Guayaquil. Contemplaba la rendición de las fuerzas liberales, amnistía a Montero y los partícipes del 28 de diciembre, y el exilio voluntario de don Eloy, en un vapor asignado por el Gobierno. No habría represalias.

Pero la Capitulación no fue respetada, se argumento que Alfaro tampoco había respetado su compromiso anterior de 1911, y el General Leonidas Plaza, Jefe de las fuerzas gobiernistas, ordena la detención de Eloy y Flavio Alfaro, Pedro J. Montero y Ulpiano Páez; además, se aprehendió a personas que nada tuviero que ver con los hechos anteriores, sino por el simple hecho de ser liberales, como Medardo Alfaro, el periodista Luciano Coral,director del periódico liberal El Tiempo y Manuel Serrano Renda.

El General Montero fue juzgado por traición en Guayaquil, bajo el pretexto de estar sujeto a la jurisdicción militar, en donde al final de la sentencia que lo condena a 16 años de prisión, un soldado le disparó en la frente y lo arrojó a la calle desde una ventana. Como en un anticipo macabro de lo que vendrá, el pueblo arrastró el cadáver por las calles de Guayaquil y lo quemó en forma bestial en una plaza.

    "El cadáver, entonces, fue abandonado en las calles, descuartizado y por fin quemado en una plaza"

El Presidente Freile ordena que los otros prisioneros sean llevados a Quito. Plaza, aparece como contrario a esta disposición, pero el historiador Roberto Andrade lo acusa de haber manipulado la decisión y planeado el asesinato de los jefes del radicalismo, que finalmente ocurrió en la capital el 28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno. Como una ironía histórica, el general Alfaro fue llevado a Quito en el mismo tren que él construyó.

Controvertida es aún hoy, la cuestión relativa a los responsables materiales e intelectuales, del asesinato de Alfaro y varios de sus tenientes.

La historia oficial atribuye tal vergüenza a la plebe. El historiador Roberto Andrade, contemporáneo de Alfaro, acusa a Leonidas Plaza; otros investigadores lo liberan. Nadie niega que fuera un crimen político y horrendo, instigado por móviles protervos, que aún hoy llenan a la República de estupor.
fuente: www.wikipedia.org

Biografía


Biografía:

José Eloy Alfaro Delgado (Montecristi, Ecuador, 25 de junio de 1842 - Quito, Ecuador, 28 de enero de 1912) fue Presidente de la República del Ecuador en dos ocasiones en períodos que comprenden entre 1897 a 1901 y 1906 a 1911, general de División del Ejército del Ecuador desde 1895 y líder de la revolución liberal ecuatoriana (1895 - 1924). Por su rol central en las batallas de la revolución y por haber combatido al conservadurismo por casi 30 años, es conocido como el Viejo Luchador.

Alfaro inició su lucha contra los conservadores católicos desde los años 60 del siglo XIX, pero la fuerzas revolucionarias lo nombraron Jefe Supremo de las provincias de Manabí y Esmeraldas, durante su rebelión en febrero de 1883, lo cual duró hasta el 11 de octubre del mismo año, cuando fue organizado un gobierno provisional que restauró el conservadurismo en el poder. Alfaro se había convertido en uno de los grandes opositores del presidente Gabriel García Moreno y de su línea conservadora que siguió en el poder incluso después de su muerte.

El 5 de junio de 1895, el pueblo de Guayaquil se pronuncia en contra del presidente interino Vicente Lucio Salazar y lo nombra Jefe Supremo, por lo que Eloy Alfaro vuelve al país desde el destierro en Panamá y se da inicio a la Revolución liberal y a una corta guerra civil con la que conquista el poder.

El 17 de enero de 1897 es nombrado Presidente Constitucional hasta el 1 de septiembre de 1901, con lo cual entre sus principales logros estuvo la separación entre iglesia y Estado. Después de su primer gobierno, apoyó a su sucesor, Leónidas Plaza Gutiérrez, pero poco tiempo después surgieron diferencias entre ambos. Se opuso contra el gobierno de Lizardo García el 1 de enero de 1906 y a pocos días, el 17 de enero, se proclama Jefe Supremo y gobernó hasta el 12 de agosto de 1911. En el segundo período de gobierno de Alfaro se realizaron varios cambios, entre los cuales consta la legalización del divorcio, la construcción de numerosas escuelas públicas, se instauró la libertad de expresión, se instituyó el laicismo, el derecho a la educación gratuita, así como el matrimonio civil. Sin embargo, se considera como el mayor logro de este período el haber finalizado la construcción del Ferrocarril Transandino que unió las ciudades de Guayaquil y Quito. Esto ayudó a la creación de la empresa ferrocarrilera dirigida por el empresario quiteño Marco Antonio Benavides; que se convirtió, años después, en la mano derecha de Eloy Alfaro. Marco, su asesor influyó mucho en los ideales de Eloy Alfaro y manejó sus finanzas (se dice que tenía ciertas tendencias homosexuales). Este se encargó de todos los trabajos ferrocarrileros.
fuente: www.wikipedia.org